El Sevilla actual que todos conocemos es un equipo que por derecho propio se instaló hace unos años en la cúspide del fútbol moderno. Su modelo de gestión es claro y convincente; Basan su filosofía en la cantera y apuntan la plantilla con jugadores de perfil medio, fichados por un gurú visionario llamado Monchi, que es capaz de ver antes que nadie que un jugador de perfil medio se va a convertir en una estrella mundial. (Alves, Luis Fabiano, Baptista, Keita, Poulsen, Kanoutte…) La primera destitución en once años de un técnico sevillista nada tiene que ver con que el modelo deportivo falle, ni porque carezcan de respaldo social o institucional, nisiquiera porque el nivel de la plantilla no llegue al de anteriores campañas. La destitución de Manolo Jiménez se debe a algo tan sencillo como que en Sevilla hace unos años se acostumbraron a chuletones de Ávila y ahora, una rica y sana pechuga de pollo les parece insípida y carente de sustancia. Es tremendamente fácil acostumbrarse a ganar títulos, a ser reconocido allá por donde vas como un referente, a que te traten de Ud… Pero lo verdaderamente importante es saber reconocer y analizar todo en su justa medida; El conjunto que hasta anoche entrenaba Manolo Jiménez está clasificado quinto en la competición liguera, a tan sólo un punto de su objetivo inicial de la temporada, que no es otro que clasificarse para Champions. Acaban de caer eliminados ante un rival de semejante categoría en Octavos de final de Champions, ronda que por poner un ejemplo, no han pasado ilustres como Real Madrid, Chelsea o Milán. Y no olvidemos, está a la espera de saber qué día disputará la final de la Copa del Rey. Jiménez nunca contó con el respaldo mayoritario ni de su junta directiva, ni de su afición. Los Seguidores nervionenses le achacaban cierta racanería a la hora de plantear los partidos de la que nunca pudo deshacerse Jiménez. Él tampoco hizo mucho para lavar esa fama, con rigurosos planteamientos en partidos importantes como hace 15 días frente al CSKA. Otro dato a tener en cuenta es su procedencia. Manolo Jiménez, buen lateral izquierdo de principios de los 90 en el Pizjuán, nunca gozó como jugador de una especial empatía con su público. Como entrenador, llegó rebotado al primer equipo, tras la espantada de Juande Ramos y da la sensación que habitó el banquillo del Pizjuán en un permanente estado de interinidad. Hoy Manolo Jiménez ya no entrena al Sevilla. Es justo reconocer sus méritos. ElSevilla siempre estuvo a la altura de las circustancias, pero es que este Sevilla ya no se conforma con ello. Puede ser peligroso que la avaricia ronde la mente de los dirigentes sevillistas, pero también lo es el conformismo y la apatía. El futuro dará y quitará razones Manu Bayona
Y que fácil es acostumbrarse a lo bueno...
miércoles, 24 de marzo de 2010
Etiquetas:
Fútbol,
Manu Bayona
Publicado por
Doble Tecla
en
13:08
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