Los amantes del fútbol estamos de enhorabuena. Tardaremos muchos años en volver a disfrutar de una liga tan apasionante como la que tenemos ante sí.
Probablemente lo que ha ocurrido esta noche en el Bernabeu haya significado un golpe de autoridad incluso mas importante de lo que significa la victoria en si.
Se presentaba el Sevilla en Madrid con mucha velocidad de medio campo para adelante y eso fue lo único que supimos del conjunto nervionense; sus intenciones.
Tras una primera mitad en la que al Real Madrid le costó veinticinco minutos meterse en el partido, cuando lo hizo, fue para nunca más salir de él.
El partido se puso cuesta arriba cuando Dragutinovic, al comienzo de la segunda mitad, centró desde lejos para que una mala comunicación entre Xabi Alonso y Casillas convirtiera la remontada blanca en una mera quimera.
Los cambios estaban cantados y Pellegrini no tardó ni un instante en ejecutarlos. Un voluntarioso Arbeloa dejó el terreno de juego por Van der Vaart y un insustancial Lass hizo lo propio por Guti. El partido entonces tomó un nuevo cariz y el Real Madrid se volcó con ahínco sobre la meta defendida por un Palop, hasta el momento, escollo insalvable merengue.
Las bandas fueron magistralmente ocupadas por sorpresa por los laterales, y el centro del campo cambió totalmente de registro. Xabi, menos afortunado que de costumbre, se encontró rodeado de fenomenales jugadores con los que asociarse era lo más fácil. Van der Vaart aportó solidez, llegada al área y claridad de ideas y Guti, que decir de Guti que no sepamos… Guti aportó de nuevo, esa clarividencia que sólo él sabe aportar. Sus pases interiores descosieron a la defensa sevillista con precisión de cirujano.
Primero Ronaldo, que en todo momento sintió que debía ser el líder de este equipo y nunca falló en su responsabilidad. Más tarde Ramos, de cabezazo certero tras corner magistralmente botado por Van der Vaart y finalmente éste último, a pocos instantes del final del partido, materializaron una remontada épica que sitúa al Real Madrid como líder de la liga.
El Sevilla volvió a defraudar con un planteamiento de equipo pequeño que no hace justicia a la calidad que atesoran sus jugadores. Nadie duda de los resultados del equipo que dirige Manolo Jiménez, pero quizás ese sea el motivo por el que el técnico andaluz esté siempre en el ojo del huracán. Fue Palop quién evitó una sonrojante derrota sevillista en el Bernabeu.
Este encuentro significa el espaldarazo definitivo a Pellegrini que disfrutó del gol de la victoria como un aficionado más y minutos antes y con empate en el marcador, no le tembló el pulso al cambiar a Kaka por Raúl.
Manu Bayona
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