Por todos es conocido el frío que hace en Valadolid en invierno, y más en uno como este, el más gélido de las últimas décadas. Allí aterrizaba el Madrid tras una agitada semana en la que cayó eliminado de su competición favorita, la Champions League. Con medio equipo cuestionado, Pellegrini tenía la difícil misión de mentalizar a sus jugadores para aunar esfuerzos en pos de conseguir el título liguero.
Tras la contundente victoria del Barça ante el Valencia minutos antes, el Real Madrid estaba obligado a ganar en un campo que últimamente no se le daba demasiado bien. Los blancos comenzaron como el tiempo, con las ideas congelas y sin capacidad para coger el mando del partido. En la primera media hora, el Valladolid parecía el líder y no el equipo que no gana desde el año pasado. Los de Onésimo no necesitaron radiadores para calentar el partido e incluso pudieron adelantarse en el marcador si Mejuto hubiera visto un clamoroso penalti de Sergio Ramos. Tras ver como el juez del partido no estaba por la labor de hacer su trabajo, decidieron dejar de jugar al fútbol y comenzar a emplear el juego duro, actitud criticable pero entendible tras la arenga de su capitán a principios de semana.
El Madrid luchaba contra el frío, el juego sucio del rival y su baja moral, por lo que debía olvidarse de la excelencia y aplicar su mejor virtud, la pegada. Esta actitud le puso con dos goles de ventaja antes del descanso; casi sin querer, un 'tomahawk' de CR9 y un remate de Higuaín tras un maravilloso centro de Van der Vaart ponían el partido del lado blanco; efectividad total.
Está claro que el 'ingeniero' quiere hacer buen fútbol pero no todos los campos lo permiten, y para que su proyecto deportivo salga adelante, es necesario aprender a ganar en territorio hostil, como ya hiciera en Valencia o Tenerife. Es cierto que ni en Alcorcón ni en Lyon se demostró esto, pero ningún equipo ganador se creó de la noche a la mañana y menos a base de talonario. Como recordó el pasado miércoles Julio Maldonado 'Maldini' a traves de Twitter, al Barça de Guardiola y a la selección de Luis Aragonés se le dio la oportunidad de madurar y a la vista están los resultados.
Con el partido encarrilado y ya en la segunda parte, el Madrid tomó el control y ahí resulta fundamental la labor de Xabi Alonso, cada vez más liberado de presión y que agradece enormemente jugadores con buena salida del balón a su lado. Con Granero y Lass haciendo el trabajo sucio, Van der Vaart se convierte en el aliado perfecto del donostiarra para trasladar el balón a los de arriba; el holandés quizás no jugó su mejor partido, pero su movilidad y excepcional toque ayudan a olvidar que se invirtieron 68 millones en un jugador que le cerraría las puertas del Madrid. Estoy seguro de que Kaka' recuperará su mejor nivel, pero ahora mismo aporta mucho más al equipo el ex-capitán del Hamburgo.
El Madrid había encendido la calefacción y el ambiente del José Zorrilla no era tan frío como en la primera parte. Aun así, el Valladolid seguía empujando en busca de al menos un gol que regalar a su afición pero se encontró con la inexistente colaboración de Mejuto, que se tragó otro clamoroso penalti de Sergio Ramos, que hubiera supuesto la expulsión del sevillano, y con la sentencia blanca en una triangulación entre el Alonso, Ronaldo e Higuaín. Ya sólo quedaba tiempo para un desafortunado autogol de Raúl Albiol, y para que Higuaín completara su hat-trick; el argentino aprovechaba un rechace de Justo Villar tras un intencionado chut de CR9 para anotar su gol número 18 de la temporada y así responder a los tres tantos que Messi le había hecho dos horas antes al Valencia. El Pipita volvió a demostrar que en liga está lanzado pero por desgracia, está condenado a hacerlo en las citas importantes que en un fututo tenga la nueva galaxia diseñada por el 'ser superior'.
Victoria holgada del Madrid que mantiene el liderato, su espectacular ritmo anotador y calma los ánimos de su afición, resignada a conformarse con el título de liga, un premio a la regularidad que hace una semana provocaba auforia y ahora parece ser un título sin importancia, cosas del fútbol. Las semana que viene más.
Emilio Caballero
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