Esto es una reflexión que tiene ánimo de ofender, avisado queda.
Vaya por delante, que hace ya algún tiempo que perdí la fe en la televisión en general, y en la española en particular. Parrillas insulsas en la que premia la rentabilidad -como esas películas de media tarde compradas al peso-, magazines tan amarillos como un limón... y por supuesto, informativos de broma en los que es más importante mostrar una preciosa estampa navideña y los colapsos de las carreteras, antes que enviar a alguien a cubrir la malograda cumbre de clima, o explicar la verdad sobre el caso de Aminatu.
Todo esto no sorprende en una programación que tiene como clímax los shows del 'corazón'. '¿Dónde estás corazón?', 'La tribu' y basuras del estilo, se han hecho dueñas y señoras de los Prime Time más selectos. No es de extrañar cuando en este país la prensa más consumida es precisamente la del cotilleo. Bah ¿a quién cojones le importa la corrupción en nuestros ayuntamientos y parlamentos regionales, si los Marichalar se separan? ¿Qué suben los impuestos o censuran Internet? Mientras que 'Hola' salga puntualmente cada semana, ¿qué más da?
Y nos extrañamos de que nuestros políticos sean corruptos... eso es lo que se merece una sociedad tan aburrida de si misma que no tiene otra cosa que hacer, más que pegarse a la pantalla para ver a una nueva y remozada Belén Esteban. Seis millones de panolis llegaron a ver el esperpento, que tuvo lugar el otro día en ese gueto de pestilencia llamado Telecinco. ¿Exagero? Estoy hablando de que un 40% de los humanos que en ese momentos estaban viendo la televisión, decidieron abrir el gaznate, digerir el suculento menú y pagarle a la Barbie de barrio, su nueva carita de plástico -piezas intercambiables ya a la venta-.
El vídeo está en Youtube y no lo enlazo porque no me da la gana. Prometo que sólo lo he visto 1 minuto, no he podido más con tal paroxismo de estupidez.
Crisis, pobreza, incultura... la televisión de nuestros días es el abono perfecto para todo ello. Pero no os preocupéis, que aunque el índice de fracaso escolar siga aumentando, y lleguemos a una tasa de paro por encima del 20%, seguirá interesando más ver a una aberración de estas, que seguir un debate sobre el estado de la Nación, o un cara a cara entre políticos relevantes.
Pan y circo para el pueblo, nada nuevo bajo el sol...
Panolis
lunes, 21 de diciembre de 2009
Etiquetas:
Jaime Martín,
Opinión
Publicado por
Jaime Martín
en
14:06
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