Prohibido prohibir

sábado, 28 de noviembre de 2009

Los ciudadanos hemos perdido la capacidad cívica. Nos merecemos vivir en ciudades en las que todas las facetas de las relaciones humanas están escrupulosamente ordenadas y sancionadas en el código civil y en las ordenanzas municipales de nuestros Ayuntamientos.

Cámaras en cualquier rincón de las ciudades, estrictos códigos de comportamiento y severas multas para los infractores, son el resultado de un proceso de degeneración social del que sólo nosotros somos responsables.

Afortunadamente tenemos una clase política capaz de comprender, medir y monitorizar nuestra vida fuera y dentro de casa. Hábitos y comportamientos ahora sí se adecuan a la lógica del buen comportamiento. La libertad queda para los rojos, los anarquistas, los radicales, los disidentes y los vagos y maleantes...



Lo anterior bien podría formar parte del último capítulo de un libro de ciencia ficción que el Ayuntamiento de Granada comenzó a escribir hace apenas un par de semanas, con la aprobación de una ordenanza que regula casi de manera Orwelliana lo que se puede y no se puede hacer en las calles granadinas.

Dígale adiós a su bocata en el parque, a esa manzana que se toma al salir de casa porque el bus se escapa... porque ya no se podrá comer en la calle.

También es momento de despedirse de escuchar ese violín, acordeón o flauta más o menos acertada que ameniza su paseo dominguero. El arte en la calle estará prohibido, y con él, malabarismos, pintores, esculturas humanas...

¿Le gusta llevar a su pequeño a jugar a la pelota? ¿Recuerda esas tardes en su placeta o calle, jugando al fútbol, a la rayuela o a Dios sabe qué? Cosa del pasado, los juegos infantiles y otro tipo de comportamientos del estilo quedan sancionados.

Pero la guinda al pastel de mierda que José Torres Hurtado y sus compinches políticos -de todos los colores y formas, con la honrosa excepción de IU- está a punto de tirar a la cara de Granada, no es otra que la prohibición de la pobreza. No se podrá dormir en la calle y no se podrá pedir limosna. Adiós a su hobbie favorito, claro, por que nadie hace estas cosas por obligación... Así, de repente, cientos de granadinos pasan a ser delincuentes.

Este cuento de terror sigue con más normas del estilo. Pero los ciudadanos de Granada no se arrugan, y ya hay anunciadas numerosas concentraciones.

Dice una pintada en el 'bellísimo' monumento al gran estadista José Antonio Primo de Rivera -esa que aún siendo un alegato en pro de la dictadura militar, el Ayuntamiento no quiere quitar-, que "Granada será la tumba del fascismo". Por ahora, el muerto está cada vez más vivo.

EDITO: como bien nos ha comentado un amigo del blog -gracias Iván-, la ordenanza no contempla la sanción para quienes coman en la calle, sino para quienes ensucien.

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