Israel ha cruzado el Rubicón.
En su largísima trayectoria de Crímenes contra la Humanidad todavía faltaban algunas leyes internacionales por infringir, no estaban completos todos los actos de crueldad, y quedaban algunas dudas sobre la legitimidad de las acciones del Estado de Israel, en pro de defender la integridad de su territorio y de las colonias anexionadas. Pero el asalto que se produjo anoche a la llamada 'Flotilla de la libertad', ha roto la baraja de juego: hablamos de un comando especial de uno de los mejores ejércitos del mundo, asaltando de madrugada y en aguas internacionales, una pequeña flota de activistas que buscaban llegar a la asfixiada Gaza, para llevar algo tan censurable como agua y comida.
Los muertos ya superan la decena y los heridos han pasado del medio centenar. Que curioso, porque entre los fallecidos no hay ningún soldado israelí a pesar de que, como asegura su primer ministro, fueron los activistas quienes atacaron primero... Y lo más preocupante de todo, sí, todavía más que los asesinatos cometidos por Israel, es que esto sienta precedente. Atacar un barco con bandera turca en aguas internacionales es una clara Casus Belli, o en Román Paladino: "nos habéis tocado los cojones y tenemos derecho a meteros un torpedo por el culo". Ahora ya no quedan reglas por seguir, aquí se ha establecido el todo vale.
El permanente desprecio a la legalidad internacional lleva años asegurándole numerosos amigos a Israel en todo el mundo, y este ha sido el penúltimo capítulo. En Oriente se pueden contar con los dedos de una mano los países que no quieren la total aniquilación de Israel; en Occidente son tan populares que los Estados no se dejan ver con los chicos de la Estrella de David, a no ser que sea imprescindible. Pero tranquilidad, a pesar de las numerosas condenas internacionales, y de que el propio Consejo de Seguridad de la ONU ya está reunido para exigir que los culpables de esta carnicería sean juzgados, aquí no va a cambiar nada. Los Estados intentarán implicarse lo menos posible a nivel público con Israel, pero los negocios y las amistades detrás del telón seguirán fluyendo como siempre. Somos nosotros, los ciudadanos, los que ya tenemos bien claro de qué palo va Israel. Que sí, que les atacan día sí, día no con cohetes desde el otro lado de la frontera; que cada cinco años les vuelan un autobús o una discoteca... pero lo que ellos hacen de manera sistemática se llama terrorismo de Estado, y ningún discurso a favor de la autodefensa nacional podrá cambiar este hecho.
Hace poco menos de 2.000 años, Julio César se detuvo delante del río Rubicón y dijo: "la suerte está echada". Segundos después, comenzaba la Segunda Guerra Civil de la República de Roma. Ayer, Israel echó su propia suerte y sólo el tiempo dirá, qué consecuencias traerá este acto de infinita maldad.
0 comentarios:
Publicar un comentario