Con la tempestad llega la calma. Han sido 48 horas llenas de sensaciones y toca descansar, recuperar la voz y tranquilizar a un corazón que ha recibido una de las mayores alegrías que existen, ver a la selección alzar la copa del mundo.
Todo comenzó con la estocada de Iniesta, que desató una locura reflejada por las calles y plazas de toda España, y que continuó ayer en el apoteósico recibimiento a los campeones. El sentimiento de 'la roja' inundó la capital en un día que recordaremos toda una vida. Los jugadores, entregados, disfrutaron tanto como los niños que les admiraban con la lágrima saltada, y que sólo conocen a una España, la campeona de Europa y del Mundo.
El de ayer era un día para agradecerles todo lo que han conseguido, unir a un país entorno a una bandera de la que sólo se puede presumir en las grandes ocasiones. Ahora tocar seguir asimilando lo conseguido y por una vez, dejar de llorar por los contratiempos. En estos dos días, el codazo a Luis Enrique, los gritos de Helguera a Al-Gandhour o el 'no-gol' de Cardeñosa han dejado de ser recuerdos tristes. Cada vez que alguno de estos regrese a nuestra cabeza, será borrado automáticamente por un Iniesta desbocado, un Iker emocionado con la copa e incluso un pulpo elevado a mascota nacional.
Es complicado expresar tantos sentimientos en 20 líneas; sólo queda disfrutar y simplemente darles las gracias a nuestros 24 'héroes', Vicente del Bosque incluído, puesto que nos han encumbrado ante el Mundo del fútbol. Mil GRACIAS!!!
Emilio Caballero
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